lunes, 24 de mayo de 2010

Caramelos, bombones, tartas, chocolate... Nunca he sentido sincera atracción por nadie, ni por nada. Excepto por los dulces. Mi mayor sueño desde pequeñita era abrir mi propia cafetería, donde los clientes disfrutaran comiendo los dulces hechos por mí.
Pero este sueño es tan Y, ¿no suelen decir que si das tu mayor esfuerzo te veras recompensado? Nunca me lo creí totalmente, lo utilizaba como un auto engaño para satisfacerme, y no me hubiera imaginado que al final la frase podía tener razón.
Un día mientras volvía a mi casa después del instituto, me tropecé con mi antigua vecina. Me entretuve hablando con ella, me contó que su familia había abierto una cafetería en el centro de la ciudad y que si me sobraba tiempo me pasara por ahí a echar un vistazo. En cierto modo me hacia ilusión, así que accedí automaticamente. Al día siguiente busque la cafetería, me dijo que se llamaba "A sweet day", me resulto curioso el nombre y me preguntaba como seria la cafetería, llamándose así. Al fin la encontré, no me lo podía creer lo que estaba viendo con mis propios ojos era mi sueño hecho realidad. Entre rápidamente, mi amiga se acercó a mi y me pregunto si me gustaba el lugar, intente no sonar muy entusiasmada, pero creo que no lo logre. Y se dio cuenta. Al segundo después me dijo que la siguiera, no sabia adonde me llevaba. No importaba adonde, con tal de explorar mas aquel lugar. Curiosamente me llevo directa a la cocina. Me puso enfrente de su padre (el cocinero) y le dijo "aquí tienes a tu nueva aprendiz". Es verdad, no me acordaba que cuando era pequeña la había contado mi sueño. No esperaba que lo recordase. Pero gracias a ella conseguí dar mi primer y pequeño paso, pero grande a la vez, para conseguir mi sueño.

3 comentarios:

  1. Hay que seguir los sueños, mientras no los abandonemos, no desapareceran nuna ;)
    Un beso guapa!

    ResponderEliminar
  2. yo quiero encontrar una cafetería que se llame así!

    ResponderEliminar

Deje aquí su nube: